SONETO REDONDO
Cantante vagabundo del ocaso,
caminante y dormidor de cualquier parte,
llegué rendido y sediento aquella tarde
al refugio redondo de sus brazos.
Era un lugar redondo, como un lazo,
donde amantes y amados se confunden
en un mundo de excitadas luces
y en un eterno entrechocar de vasos.
Ella era circular, como un semblante
cual fiel reflejo de la Luna llena
y trenzas largas como las vestales.
De esférica mirada trashumante
y un alma gastada, redonda de penas,
de tanto rodar entre caminantes.
David Pablo
De su Obra "Rendijas"